En 1991, Bhutan era el único país en el mundo sin televisión. Más tarde el rey cedió a la presión del pueblo y permitió que se introdujera
Los 700.000 habitantes de Bhutan (o Bután), un aislado reino budista colgado de los montes Himalayas, no están acostumbrados a saltarse las normas; o al menos, no hasta hace poco, ya que este pequeño estado ha experimentado una repentina ola de criminalidad.
¿Por qué razón está ocurriendo esto?
La respuesta al cambio parece estar en cinco platos de satélites gigantes instalados en un cambo vegetal a las afueras de la capital, Thimpu. Cuando el rey Jigme levantó la prohibición sobre la televisión el 1999, como parte de un plan radical para modernizar el país, los butaneses se alistaron en un servicio por cable que proporcionaba 46 canales de entretenimiento durante todo el día.
Solo unos años más tarde, este plan está acusado de destruir un lugar idílico en el que el tiempo se había detenido durante casi medio milenio.
Sin embargo, este aislamiento hizo que Bhutan no tuviera hospitales públicos ni escuelas hasta 1950, o que siguieran sin moneda nacional, carreteras o electricidad años después.
(...)
Con el objetivo de limitar el impacto de las influencias extranjeras, el gobierno lanzó un servicio de producción nacional de televisión. Pero varios años después solo se puede recibir la señal en la capital.
Además de el aumento de los robos y de la inseguridad entre la población de Bhutan, la entrada repentina de cultura extranjera ha afectado a las relaciones. Más del 35 por ciento de los padres afirman que prefieren ver la televisión antes que hablar a sus hijos. Casi el 50% de los niños butaneses ven la televisión mas de 12 horas al día.
En las escuelas, los profesores tratan de preparar a los niños contra el ataque de las imágenes extranjeras en televisión. Todos los alumnos de la clase en la que preguntamos tienen televisión en casa. A la pregunta de qué le gusta de la televisión, su respuesta es inmediata: hacen una lista de programas y estrellas del pop americanas. Ninguno de los adolescentes vio el documental del festival budista la pasada noche.
(...)
La televisión por calbe ha creado, con una rapidez preocupante, una nación llena de consumidores hambrientos en un reino en el que una vez actuaron colectiva y espiritualmente.
Según los estudios, este materialismo ha causado estrés incluso entre los niños. Ha surgido la envidia, la aspiración a la riqueza material. La población corre el riesgo de convertirse en una sociedad de "saco de patatas" o pasiva. Ahora se quejan cuando hay que llegar al otro lado de la ciudad.
La televisión es un portal, y en Bhutan está reemplazando sistemáticamente una cultura por otra, alterando la noción de la felicidad, promoviendo el sentimiento de preocupación sobre sí mismos, antes que la búsqueda del bienestar por todos.
Juzguen ustedes mismos.